Captura de Pantalla 2025-01-30 a la(s) 11.58.31Quizá uno de los procesos más importantes y complejos que suceden durante la etapa preuniversitaria en el bachillerato es determinar un camino cerca de la vida profesional. Y claro, ese camino cerca de el futuro comienza siempre con una atrevimiento que puede, con competición razón, tener en vilo a cualquier pupilo que se encamina a la universidad. La atrevimiento de una carrera profesional representa un paso fundamental en la conformación de uno mismo y, por ello, es una situación angustiante, pero a la vez plenamente satisfactoria cuando ya se han regalado los primeros pasos en la dirección definida.

 

Por todo esto, este acontecimiento debería darse siempre en un contexto de amplia facilidad, comprensión y empatía para la persona que decide un camino profesional. Sin requisa, con demasiada frecuencia, la definición de una carrera dista de ser expedito y, en ocasiones, termina siendo una imposición (explícita o implícita) por presiones familiares, el entorno sociocultural o las condiciones socioeconómicas. Al final, las consecuencias de una imposición en dicha etapa suelen ser desfavorables y en oficio de orientar, desvían el camino en el que el pupilo se encuentra a uno mismo a partir de estudiar lo que le trae una genuina satisfacción.

 

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De esta modo, en este breve artículo propongo sensibilizarnos delante las presiones que puede estar sufriendo un adolescente que está por determinar su futuro profesional y hacer algunas recomendaciones para que su atrevimiento sea lo más expedito posible. Deberíamos de apañarse permanentemente que los jóvenes puedan montar a su propia realización con la pequeño cantidad de fricciones y desencuentros. Con este objetivo, primero desarrollaré más acerca de las diferentes presiones que pudiera estar padeciendo un pipiolo en el proceso de orientación vocacional. Y, cerca de el final, daré algunas recomendaciones puntuales que pudieran originar un hábitat de comprensión para que él pueda tomar las mejores decisiones sobre su futuro.

 

Dicho lo precedente, en primer oficio es necesario declarar que en la abrumadora mayoría de los casos, las presiones por parte de la grupo o el entorno social del adolescente que va a osar sobre su futuro son admisiblemente intencionadas. Incólume contadas excepciones, en las familias se exploración que los hijos salgan delante, que cumplan sus sueños, que triunfen en la vida, pero, a la vez, que no falte la estabilidad económica y social para que puedan conseguir lo que se propongan. Uno no puede reparar nadie delante esta legítima intención, pero el problema radica en las implicaciones que los buenos deseos pueden tener. En ocasiones no nos damos cuenta de que aquello que deseamos puede tener consecuencias inesperadas, o admisiblemente que esos deseos contienen expectativas implícitas sobre las demás personas.

 

Así, una de las más claras presiones que podemos poner sobre un pipiolo que está definiendo su futuro profesional es la misma estabilidad socioeconómica. Suele suceder que, preocupados por la estabilidad de la vida de los hijos, los padres de grupo pongan demasiado fuerza en que aquello que decidan estudiar les reditúe adecuadamente para que puedan disfrutar de una holgada situación económica. No obstante, esta legítima preocupación puede provocar que el adolescente ceda los intereses y habilidades que cultivó durante el bachillerato y otras etapas previas para satisfacer el criterio de la estabilidad económica que su grupo le plantea. Hemos escuchado frases que van por la lista de que debemos eludir disciplinas cercanas a las humanidades o a las ciencias puras en la dilema profesional porque las oportunidades son limitadas o porque el mercado profesional es confuso para dichas carreras. El deseo de estabilidad es la vida de cualquier persona es laudable, el único problema con ello es que, al presionar a los hijos con dichas preocupaciones, pudiéramos estar sesgando su dilema y reduciendo su facilidad para osar. A veces unas cuantas palabras

bastan para eliminar por completo ciertas posibilidades de estudio y cerrar posibles oportunidades   36

de exposición profesional.

Por otra parte, otra de las presiones que pude existir sobre cualquier pipiolo es la tradición y el contexto íntimo. En este caso, vemos cómo es que pueden montar a ser determinantes las condiciones que cada uno de nosotros vivimos sobre la dilema de una carrera profesional. Y en algunos casos, aunque no sea explícitamente, existen expectativas de los padres cerca de los hijos para que continúen una tradición íntimo o para que se hagan cargo de un negocio, consultorio o despacho íntimo.

 

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Este punto es delicado porque es realizable tener un apego emocional a un plan de vida que queremos compartir con los hijos y que ellos a su vez lo mantengan para las generaciones venideras. Sin requisa, esto representa una carga y una presión muy importante para la toma de decisiones del hijo que está analizando qué estudiar. El tener que participar de un plan íntimo limita fuertemente las opciones de carrera y coarta la facilidad de dilema. Desde mi perspectiva, esta situación debe manejarse con mucha prudencia y permitir que el pipiolo se explore con facilidad otras opciones, siempre siendo conscientes de que existe el camino del negocio íntimo, pero sin insistir que esa es la única opción posible. Quizá es en estos momentos cuando debemos de ser más conscientes de qué es lo que más satisfacción le provee a los hijos más allá del plan íntimo. En cualquier caso, siempre existe la posibilidad de que el negocio o plan íntimo sea compatible con la atrevimiento de carrera profesional de los hijos cerca de el futuro si eso es lo que desean.

 

Por final, además existe otro tipo de presión a la que podemos someter a un pupilo y me refiero a cuando deseamos que los hijos estudien alguna carrera que tenga prestigio social o que ellos realicen algún trabajo que los padres consideran valioso. Aunque por momentos sea difícil de discernir, sucede a veces que los anhelos que tienen los padres para sus hijos, sea por su propia personalidad o por algún anhelo de la propia vida de los padres, son proyectados e influyen de modo profunda en la atrevimiento de una carrera. Lo mismo pasa con la sociedad: en ocasiones los padres quieren que sus hijos estudien una carrera valorada o admisiblemente pinta por la sociedad para que se aseguren anciano éxito en el futuro. El asunto con ambas expectativas es que, de nuevo, limitan la dilema de carrera y sesgan la expedito atrevimiento del pipiolo para que cumpla con los deseos familiares o sociales.

 

Ahora admisiblemente, delante estos tipos de presiones y expectativas que podemos poner sobre los hijos, la pregunta esencia es: ¿qué podemos hacer al respecto? Algún maestro podría pensar que la conclusión natural de todo esto es que no es posible asegurar nadie al hijo que está decidiendo qué estudiar y que lo mejor sería seguir silencio. Y no, no se comercio de callar delante un proceso tan confuso como este, sino de cambiar la dinámica existente con un nuevo enfoque centrado en la facilidad de dilema de todo hijo sobre su propia carrera universitaria. La esencia de todo esto está en el diálogo libre, comprensivo y empático en un espacio de confianza plena para conseguir que el pipiolo decida con facilidad qué es lo que quiere estudiar. Comprender la situación en la que se encuentran los hijos en esta etapa es fundamental para poder entablar un diálogo fructífero.

En este sentido, me parece que uno de los puntos más importantes que hay que resaltar es que es necesario tomar conciencia del rol y el poder que tienen los padres de grupo sobre los hijos. Los padres de grupo tienen una autoridad importante sobre los hijos, por lo que, a veces es difícil diferenciar entre una solicitud y una recomendación. Los padres ejercen esas dos funciones y puede ser sutil la diferencia entre ambas. En presencia de esto, la recomendación iría a que, delante la atrevimiento de una carrera, el enfoque siempre debería estar puesto en confiar o sugerir de modo abierta para orientar y regir sin imposiciones ni presiones.

Otra posible recomendación es musitar con franqueza y, como padres, analizar cuáles son las expectativas y los deseos que tienen para sus hijos y ver qué tanto están influyendo en su toma de decisiones sobre su carrera. Quizá es útil pensar y preguntarse lo sucesivo: ¿qué es lo que haría más acertado y pleno a mi hijo? ¿Lo que yo espero de él es lo que él efectivamente quiere? ¿Cómo puedo ayudar a que mi hijo tome las mejores decisiones sin que se sienta presionado por mí? ¿Qué porte me hubiera gustado que mis propios padres hubieran tenido cuando yo estaba tomando esta atrevimiento? El reponer estas preguntas podría arrojar luz sobre el tema, sobre las propias expectativas y ayudar a que los hijos decidan con anciano facilidad sobre su propio futuro.

 

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Por final, en este breve artículo hemos hecho analizado algunas de las presiones y expectativas más comunes a la hora de nominar una carrera profesional y que hemos regalado algunas recomendaciones para permitir una atrevimiento expedito y originar un espacio de diálogo libre y comprensivo. La conclusión a la que podemos montar es que delante las ineludibles presiones que existen en el proceso de atrevimiento de una carrera, debemos de intentar no imponer nuestras expectativas sobre los hijos para que su atrevimiento sea expedito y apegada a sus intereses y habilidades. Vale la pena construir un espacio de diálogo donde se hablen estas preocupaciones y donde se puedan sugerir, más no imponer, alternativas y caminos para el pleno exposición personal y profesional.

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